Ajo Para Combatir Grasas y Colesterol


Algunas plantas son ricas en sustancias que inhiben la acumulación de grasa y hasta ayudan a reducir el tejido adiposo. En cualquier cocina se pueden encontrar vegetales con efectos, si no adelgazantes, por lo menos positivos para el control de lípidos. Hoy vamos a hablar de una que no debe faltar en las comidas: el ajo.

En la Antigüedad, el bulbo del ajo se comía crudo. Los atletas en la antigua Grecia lo comían antes de realizar actividad física, y razón no les faltaba, ya que es un vasodilatador. Entre las tribus indígenas de Norteamérica se lo usaba para aplacar la tos.
Los beneficios del ajo son muchos y muy variados; es en realidad uno de los ingredientes que no deberían faltar en una dieta balanceada; pero dichos beneficios dependen de la preparación. Por ejemplo, crudo y machacado (para que se combinen dos sustancias al romper las paredes celulares) se convierte en un poderoso antibiótico, que inhibe la proliferación del hongo candida albicans y de bacterias como Escherichia coli y Staphylococcus aureus y Salmonella.
Pero el mayor interés dietético del ajo crudo y machacado es su efecto hipolipemiante; es decir, la propiedad de bajar el nivel de lípidos (grasas) en la sangre. Entre los lípidos que este bulbo consigue inhibir, se encuentran los triglicéridos y el colesterol de baja densidad, pero no afecta a los componentes deseables del colesterol.
¿Por qué cortado o machacado?

Sólo se consigue este efecto cuando se libera un compuesto de azufre (causante del olor característico). Este compuesto se une a una enzima también presente en el ajo, responsable también del olor acre de la cebolla. Solo cuando ambas sustancias entran en contacto, lo cual ocurre cuando las paredes celulares se rompen (se corta el ajo en trozos pequeños), se forma una tercera sustancia, un aminoácido capaz de reducir la concentración de lípidos en la sangre. Los lípidos se eliminan y no llegan a acumularse en el tejido adiposo.

Precauciones
El ajo, como todos sabemos, produce mal aliento. Sin embargo, no se debe a sustancias del ajo en sí, sino a las toxinas presentes en el cuerpo y que se eliminan. Una vez que estas han desaparecido y el organismo se ha desintoxicado, el ajo deja de provocar mal olor.
Pero el consumo exagerado puede tener consecuencias más graves aún. Como es un vasodilatador y descongestionante del sistema circulatorio, aquellas personas que puedan tener tendencia a las hemorragias tienen que evitarlo, porque la pérdida de sangre es más rápida cuando los vasos están dilatados. Además, el consumo excesivo provoca ardor en el esófago y el estómago.
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Comentarios

  1. Estupenda info, a mi abuela le aconsejaron comer ajo para bajar el colesterol !!

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